Aguamarina en bruto con Mica (GRANDE)

El Aguamarina es una piedra de coraje.

Sus energías calmantes reducen el estrés y calman la mente.

Armoniza su entorno y protege contra la polución electromagnética.

En tiempos pasados, se creía que contrarrestaba las fuerzas de la oscuridad y procuraba el favor de la luz. Era llevada por los marinos como talismán para no ahogarse.

Psicológicamente, la Aguamarina es afín a las personas sensibles.

Tiene el poder de invocar la tolerancia de los demás.

Supera los juicios, da apoyo a quienes se sienten abrumados por la responsabilidad y favorece la toma de responsabilidad por la propia vida.

Crea una personalidad recta, persistente y dinámica. Puede romper viejos patrones.

Calma la mente. Filtra la información que llega al cerebro y clarifica la percepción, afila el intelecto y aclara la confusión.

Por su capacidad de llevar los asuntos inacabados a su conclusión, resulta útil para cerrar procesos a todos los niveles.

Aclara la comunicación bloqueada y favorece la autoexpresión.

Esta piedra es útil para entender los estados emocionales subyacentes e interpretar cómo te sentís.

Alivia los miedos e incrementa la sensibilidad.

Espiritualmente, agudiza la intuición y provoca clarividencia. Es una piedra maravillosa para meditar, ya que invoca elevados estados de consciencia y espiritualidad, y anima a servir a la humanidad.

Protege el aura y alinea los chakras, limpiando el chakra de la garganta y trayendo comunicaciones de los planos superiores.

En cuanto a curación, resulta útil para aliviar dolores de gargantas, hinchazón glandular y problemas de tiroides. Armoniza la pituitaria y la tiroides, regulando las hormonas y el crecimiento. Es de gran ayuda para los ojos, la mandíbula, los dientes y el estómago. Resulta útil para contrarrestar la miopía y otros problemas visuales, y calma las reacciones excesivas del sistema inmunitario.

La Mica tiene la capacidad de permitir el reconocimiento de los fallos de nuestra humanidad y, al mismo tiempo, estimula la aceptación y el amor incondicional.

Te permite reconocer tus proyecciones: las partes tuyas que no reconocés y, por tanto, ves “ahí afuera”.

Facilita el viaje astral y abre la intuición y la visión psíquica.