La Adularia es la piedra de los nuevos comienzos. También se la conoce como Piedra de la Luna, debido a que está fuertemente conectada a la Luna y a la intuición.
Es un cristal reflexivo, y nos recuerda que, como la luna que crece y mengua, todo forma parte de un ciclo de cambios.
Su efecto más poderoso es el de calmar las emociones.
Hace consciente lo inconsciente, y activa la intuición y la empatía.
Fomenta el sueño lúcido, especialmente en luna llena.
Psicológicamente, la Adularia calma las reacciones excesivas ante situaciones y los detonadores emocionales. Está llena de energía receptiva, pasiva y femenina. Equilibra las energías masculinas-femeninas.
Mentalmente, abre la mente a impulsos repentinos e irracionales, a la “casualidad significativa” y a la sincronicidad.
Emocionalmente, alivia la inestabilidad emocional y el estrés, y estabiliza las emociones. Mejora la inteligencia emocional. Colocada sobre el Plexo Solar, expulsa los viejos patrones emocionales para que puedan ser comprendidos y disueltos. Proporciona una profunda sanación emocional, y cura los desórdenes de la parte alta del tracto digestivo relacionados al estrés emocional.
Físicamente, afecta poderosamente al ciclo reproductor femenino y alivia las dolencias relacionadas con la menstruación. Está vinculada a la glándula pineal y equilibra el sistema hormonal, estabiliza los desequilibrios de fluidos y sintoniza con el reloj biorrítmico. Es de ayuda en casos de conmoción, y puede usarse para tranquilizar a los niños hiperactivos.
Es excelente para el síndrome premenstrual, la concepción, el embarazo, el parto y la lactancia.
En cuanto a curación, favorece el funcionamiento de los sistemas digestivos y reproductor., asimila los nutrientes, elimina toxinas y la retención de fluidos, y alivia las enfermedades degenerativas de la piel, el pelo, los ojos y los órganos carnosos, como el hígado y el páncreas. Su elixir trata insomnio y sonambulismo.